Hace poco me choqué con un artículo que me llamo poderosamente la atención tras la gran verdad que oculta y considero que todo el mundo debería leerlo, sea cual sea tu profesión. A veces, enfrentarse a las verdades molesta o no la queremos saber, pero esta es la realidad que nos rodea. Pensamos que salimos muy cualificados de universidades, escuelas o formaciones profesionales y que nos vamos a comer el mundo. Pero no es así, tan solo es el comienzo y hay que tener mucha humildad para seguir aprendiendo por el camino. Para mí la clave del éxito es aprender y enseñar, aprender y enseñar, compartir. No podemos frenar ese inevitable sentimiento humano de transmitir nuestros conocimientos y valores a otros. Por lo que si estas empezando a reparar, un trabajo nuevo un proyecto en el que aprender algo nuevo, no dejes que nadie te desvíe de tu camino. Sé tú mismo, falla y aprende, cáete y levántate, pero nunca te rindas. Los fallos no son el fin. De hecho, FAIL en ingles viene de las siglas First Attempt In Learning. Que traducido al español es primer intento de aprendizaje. Piénsalo, piensa de esa manera, seguro que te irá mejor.
El siguiente artículo ha sido escrito por el gran Eugenio Nieto de Fidestec y creo que es una pieza maestra que todos deberíamos leer. Te dejo con él.
La curva de aprendizaje de un técnico
Un porcentaje importante del éxito consiste en perseverar. Desgraciadamente es muy cierto, y muy desconcertante. Fracasar continuamente sin saber si estás siguiendo el camino equivocado. Hasta que un día, sin darte cuenta, estás en el punto al que querías llegar. Esta paradoja es habitual entre los que nos dedicamos a la reparación. ¿Te ha pasado lo mismo, o estás todavía al principio del camino? En el primer caso, sabrás lo frustrante que resultan los comienzos, y en el segundo, no te desanimes, es totalmente normal.
La curva de aprendizaje
Cuando estás estudiando, todo parece muy difícil, y lo es. Fórmulas matemáticas, nombres, números, fechas, acumulas información sin saber realmente su utilidad. Tu única meta es aprobar el examen, y si es con buena nota, estupendo.
Tu cerebro está formateado, todo es nuevo, no sabes discriminar los datos importantes, separar el grano de la paja. Tomas apuntes, lo intentas memorizar todo, y crees que lo único importante es lo que “entre” en el examen. Juegas a predecir, intentas adivinar qué preguntas harán, e intentas afilar tus armas. Cuando te dicen tus resultados, te relajas, aliviado porque ha ido bien, o decepcionado en el caso contrario. Si ha ido bien, te olvidas totalmente de lo que habías aprendido, ya no necesitas recordarlo.
Pero llega el día en que debes enfrentarte a una avería real. Alguien te dice que si puedes arreglarle tal aparato, que tú entiendes “de eso”. La mayoría de nosotros, en esa primera reparación, fracasamos. Abrimos esa caja y observamos las “tripas”. Intentamos adivinar cómo c…..s funciona, qué es lo que está fallando, empezamos a tocar sin tener demasiada idea de lo que estamos haciendo. Vemos una gran cantidad de componentes desconocidos, intentamos seguir las conexiones, hasta que buscamos la forma de huir de esa situación.
Es normal, y es duro. Puedes pensar que lo que has estudiado no ha servido de nada, o que debes seguir formándote porque te falta nivel, o rendirte y buscar otro oficio.
Muchas veces, tu futuro profesional depende de tu actitud, más que de tus conocimientos. Si te rindes ante el primer fracaso, nunca sabrás si el éxito estaba un poco más allá. Dicen que Edison inventó la lámpara después de mil intentos fallidos. Yo no creo que fueran tantos, porque el hombre sabía venderse muy bien. Pero sí es muy cierto que las cosas no suelen salir bien a la primera. Hay que fallar, analizar, corregir, y reintentar. Si en cada reintento estás más cerca del objetivo, vas bien. Si te estás alejando, una retirada a tiempo puede ahorrarte peores consecuencias.
Cuando vas acumulando información de distintas fuentes, los datos van tomando forma en la cabeza, se van organizando, y poco a poco, conforme los vas analizando, se establece una especie de red que establece relaciones entre ellos. Algo que no recordabas, de repente aparece para relacionar dos conceptos que hasta ese momento no tenían nada en común. Steve Jobs lo llamaba “unir los puntos”, en su discurso más famoso, en la Universidad de Stanford (si no lo has visto, debes hacerlo). Esta forma “mágica” que tiene el cerebro de organizar la información, es lo que hace que seamos capaces de resolver problemas cada vez más complejos. Todo lo que hemos ido aprendiendo está ahí, listo para ser usado en el momento preciso. Los artesanos que llevan toda la vida dedicada a su oficio, resuelven los imprevistos con gran facilidad, porque tienen todos los datos en su cabeza, perfectamente organizados, y una pequeña variación es corregida sin mayor problema. Para un principiante, la falta de esos “puntos” no le permite trazar la solución correcta.
Esta realidad se refleja perfectamente en lo que se llama la curva de aprendizaje, que representa la dificultad que tenemos para adquirir un conjunto de conocimientos. Esta curva suele ser muy pronunciada al principio, porque tenemos que aprenderlo todo respecto al tema concreto. Poco a poco, según avanzamos, todo lo que hemos aprendido nos ayuda a comprender mejor los conceptos relacionados. Finalmente, lo único que necesitamos es perfeccionar algunos detalles.
Un viaje de mil millas comienza con el primer paso
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Aún no te vayas, este, es el tipo de información que merece la pena compartir y comentar.
Muchas gracias por tu tiempo.
Atentamente Sergio Soriano